La rumba y el ocio nocturno pueden llegar a ser espacios de acoso y violencia sexual. Las mujeres y los colectivos LGTBI son quienes, con mayor frecuencia, sufren estas violencias, lo que resulta en que los espacios de fiesta se conviertan en lugares poco seguros y divertidos.

La violencia sexual, y en especial la ejercida en los espacios de ocio nocturno, es el reflejo de un ordenamiento social que según el Observatorio Noctámbul@s “abarca un amplio abanico de conductas, dinámicas y prácticas que tienen su base en una estructura patriarcal, binaria y jerarquizada de la sociedad, la cual sitúa a mujeres y a las personas que desobedecen el sistema sexo-género hegemónico en posición de desventaja con respecto a los hombres”1.

Según esta definición, las diferentes formas de violencia sexual, y entre ellas las ejercidas en los espacios de ocio, ocurren en el contexto de un modelo, (que actualmente es el predominante), centrado en lo masculino y lo heterosexual, el cual se extiende por todos los aspectos de la sociedad, y de la vida cotidiana.

La falta de análisis específicos no permite afirmar que las violencias de género se den con más o menos frecuencia en espacios de ocio “latinos”. Sin embargo, es muy posible que los espacios de ocio nocturno de carácter latinoamericano no estén exentos de casos de violencia. 

En Cataluña, un documento titulado “Guía de actuación ante las violencias sexuales dirigida a locales y otros espacios de ocio nocturno en el contexto del consumo de alcohol y otras drogas”, recoge datos sobre diferentes tipos de violencia, y entre ellos establece que el 13.3% de las mujeres han sufrido alguna violencia sexual a lo largo de su vida, predominantemente menores de 20 años (50% del total)2. A nivel Estatal, según la macroencuesta del Instituto de la Mujer de 20153, un 8,1% de las mujeres residentes en España (mayores de 16 años) ha sufrido violencia sexual por parte de alguna pareja o expareja a lo largo de su vida (el 1,4% en los últimos 12 meses); un 6,4% de ellas se habían visto obligadas a mantener relaciones sexuales cuando no querían, el 6,1% habían mantenido relaciones sexuales sin desearlo, el 3,4% habían sido obligadas a mantener una práctica sexual no deseada y en el 3,1% habían intentado obligarlas a mantener relaciones sexuales contra su voluntad. 

Una investigación publicada en el año 2022, llevada a cabo en diversos países europeos a 4,534 personas (74% mujeres y 43,9% de personas entre 18 y 25 años) encontró que más del 75% de las mujeres han percibido bromas o juegos de contenido sexual, un 70% han recibido comentarios sexuales, cerca de un 65% han visto invadido su espacio vital/personal o han sido víctimas de tocamientos; mientras que en el caso de los hombres estas proporciones bajan al 60% o 40% respectivamente; además, las mujeres son el 80% de las víctimas de la violencia sexual y los hombres cerca del 88% de los perpetradores de éstas violencias4. 

Entonces, ¿qué acciones pueden ser consideradas violencia sexual? Es importante que nos realicemos esta pregunta puesto que podemos ser víctimas o generadores de una violencia sexual hacia otras personas, incluso sin ser conscientes de ello. De manera general, traspasar los límites de otra persona es un tipo de violencia. Hacer comentarios o bromas sexuales, invadir el espacio vital y más aún, tocar a alguien, sin su consentimiento, es violento.

En este sentido, es importante aprender a reconocer nuestros límites y saber hacerlos explícitos, expresar claramente cuando es un NO a la aproximación de la otra persona. Así mismo, saber escuchar y aceptar un NO. Además, la ausencia de consentimiento no implica la concesión de éste. 

  • Sexismo: se refiere a una manera de pensamiento y actuación que divide a hombres y mujeres según ciertas diferencias enmarcadas en un orden de relaciones jerárquicas y desiguales. La persona de un sexo infravalora a las personas del sexo opuesto o hace distinción de las personas según su sexo.
  • Violencia machista: es aquella que se ejerce sobre las mujeres como resultado de la discriminación y la desigualdad, y en el marco de un sistema de relaciones de poder ejercidas por parte de hombres hacia mujeres a través de vías físicas, económicas o psicológicas, incluidas las amenazas, las coacciones, las intimidaciones; y que tengan como resultado el sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito privado como en el público.
  • LGTBIFobia: se trata de todas las formas de intolerancia, rechazo o discriminación hacia personas del colectivo LGTBI: Lesbianas, Gays, bisexuales, transgénero o intersexuales.
  • Agresión sexual: Atentado contra la libertad sexual sin consentimiento, con violencia y/o intimidación. (Tipología recogida en el artículo 178 del Código Penal).
  • Abuso sexual: Atentado contra la libertad e indemnidad sexual sin consentimiento y sin violencia ni intimidación.
  • Acoso sexual: Demandas de favores sexuales en el marco de una relación laboral, docente, o de prestación de servicios, habitual. 
  • Miradas sexuales no deseadas i continuadas: Persona o grupo de personas que no paran de mirar de forma desagradable y constante, normalmente con la intención de sexualizar el cuerpo del otro – cosa que le genera incomodidad – o para reírse.
  • Comentarios sexuales deseados o machistas, lesbófobos, bifóbicos, homófobos o tránsfobos: conocidos popularmente como piropos, o comentarios realizados con la intención de valorar y sean desagradables. También comentarios de mofa o desprecio por el hecho de ser mujer o LGBTI-fobia.
  • Invasión continuada del espacio vital: Comportamiento invasivo continuado y voluntario que genera incomodidad en la persona o personas que los padecen.
  • Tocamientos puntuales o continuados no deseados: Tocar a otra persona sin que lo quiera. Aunque.
  • Acorralamientos: Poner impedimentos para que una persona pueda moverse libremente. Puede ser ejercido por una persona o por un grupo de personas.
  • Violación con intimidación y/o violencia física: Obligar a realizar una práctica sexual con penetración bucal, vaginal o anal. No existe deseo ni consentimiento por parte de la persona. Puede darse mediante otras formas de violencia, no necesariamente la violencia física, tales como violencia psicológica (intimidaciones, chantajes, presiones, sumisión química…), violencia ambiental, violencia económica, violencia simbólica, etc.
  • Tengamos en cuenta que el consumo de alcohol y otras drogas no está exento de interpretaciones relacionadas con el género. Muchas veces cuando es el hombre quien consume alcohol o drogas sus actos suelen ser excusados y es común escuchar cosas como “es que iba borracho”, “no sabía lo que hacía”. Cuando son las mujeres quienes consumen, escuchamos cosas como “eso le pasa por ir borracha” o “si no hubiera bebido no le habría pasado”. Es importante dejar de juzgar de manera diferente los consumos en función del género, así como es necesario excluir a las sustancias como agravantes o atenuantes de los actos que cometemos cuando estamos bajo sus efectos.
  • Debemos analizar críticamente el uso de la imagen femenina como elemento publicitario, ya que se crea un imaginario colectivo donde ellas son vistas como objetos; este uso de la imagen legitima la violencia, los acosos y los abusos.
  • Los entornos de rumba propician dinámicas de género que a veces pasan desapercibidas pero que se encuentran muy arraigadas en la sociedad. Por ejemplo, la forma de vestir de las chicas, los consumos (tanto si se hacen o no, como si éstos son de unas u otras sustancias), ciertos gestos o maneras de actuar suelen ser interpretados bajo una lupa heteropatriarcal y de allí pueden derivarse conclusiones equivocadas y sobre todo violentas.
  • Las violaciones son a veces la cara más visible de todo un entramado previo de abusos, acoso, agresiones, acorralamientos, insistencias, tocamientos o comentarios lascivos. Interesa también notar que, al contrario de lo que podríamos pensar, estos casos no ocurren como en las películas, de hombres que salen de un callejón oscuro, más bien, la mayoría de las veces son perpetrados por personas conocidas, del entorno de amigos y familia.
  1. Fundación Salud y Comunidad, Noctambul@s. 7 Pasos para construir un Plan de Abordaje de las violencias sexuales en espacios festivos, 2020. Disponible en Internet, accedido 25-10-2022. https://www.drogasgenero.info/wp-content/uploads/Guia7pasos_AbordajesVS_Noctambulas_comprimida2.pdf
  2. Observatori Noctàmbul@s (Fundació Salut i Comunitat). Guia d’actuació davant les violències sexuals per a locals i altres espais d’oci nocturn en el context del consum d’alcohol i altres drogues (coordina: Sub-direcció General de Drogodependències (Agència de Salut Pública de Catalunya). 2020. Disponible en: https://scientiasalut.gencat.cat/bitstream/handle/11351/6848/guia_actuacio_violencies_sexuals_locals_altres_espais_oci_nocturn_context_consum_alcohol_altres_drogues_2020.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  3. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Macroencuesta de violencia contra la mujer 2015, Madrid: Publicaciones oficiales. Disponible en Internet, accedido 25-10-2022. https://violenciagenero.igualdad.gob.es/violenciaEnCifras/estudios/colecciones/pdf/Libro_22_Macroencuesta2015.pdf
  4. Plaza, L., Ferrer, R. & Vale Pires, C. (2022). Sexism Free Night – Research Report. Sexism Free Night European Project. Disponible en Internet, accedido 25-10-2022. www.sexismfreenight. https://sexismfreenight.eu/wp-content/uploads/2022/03/Report-Sexismf-Free-Night.pdf
Back To Top