Los datos más recientes publicados por el Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías1, revelan que la mayoría de los indicadores relacionados con la Cocaína (año 2022) mostraron una tendencia creciente: se registra una mayor pureza de la sustancia en el mercado, más incautaciones policiales, más infracciones por tenencia, han aumentado las tasas de consumo, hubo mayor presencia de la sustancia en las aguas residuales, más inicios de tratamiento a causa de su consumo, más hospitalizaciones por intoxicaciones agudas y una mayor presencia de esta droga en servicios de análisis de estupefacientes. 

Diferentes países de Suramérica están implicados en la producción de la hoja de coca, de la cual se procesa la cocaína que se consume en Europa y Norteamérica, y las tendencias apuntan a una dinámica caracterizada por la globalización, interconexión y digitalización del mercado, así como a un aumento de la producción, tráfico y consumo2. La producción, procesamiento y tráfico de cocaína tiene numerosas implicaciones sociales, ambientales, económicas y culturales en algunos países de América del Sur. La violencia generada alrededor de la producción de cocaína ha sido una constante en países como Colombia y México, especialmente durante las últimas décadas, e implica también, directa o indirectamente, países como en Ecuador, Perú y Venezuela, así como numerosos países de Centro América. 

La deforestación de amplias zonas selváticas es también una consecuencia del monocultivo de coca, así como el uso de precursores químicos y los vertidos de desechos sin control en áreas naturales. El dinero generado por el narcotráfico está presente en todos los sectores económicos, que, aunque legales, son usados como mecanismo para ocultar las ganancias de los traficantes e ingresarlas al sistema económico. Esto deriva también en profundos procesos de corrupción en el ámbito político, pobreza estructural y violencia.

La cocaína es la segunda droga ilegal más consumida en Cataluña. Un 14% de la población de 15 a 64 años (20% en hombres y 9% en mujeres) había tomado alguna vez en la vida cocaína en polvo y/o en forma de base (siendo en forma de polvo la más habitual); y un 4% había consumido en el último año (6% en hombres y 1% en mujeres). Entre los estudiantes de 14 a 18 años, un 5% de los chicos y un 2% de las chicas había consumido cocaína alguna vez en la vida. Desde 2015 se ve una tendencia creciente en el consumo de cocaína entre la población de 15 a 64 años y entre los estudiantes de 14 a 18 años se observa un aumento de 1,2 puntos porcentuales respecto al año 2018, aunque sin alcanzar el pico del año 2016 cuando se llegó al 4%.

Recientemente han surgido voces de algunas personalidades relevantes de la política latinoamericana, que apuntan a un cambio en el abordaje hacia el fenómeno socioeconómico derivado de la producción y consumo de la Cocaína. Visto que la llamada “guerra contra las drogas” ha fracasado y ha generado una profunda problemática social, y que un “mundo sin drogas” es una utopía, algunas organizaciones de la sociedad civil, en países como Colombia y México, ambos afectados profundamente por la guerra interna contra las drogas, proponen un nuevo abordaje con un modelo de mercado regulado. De esta manera los diferentes Estados establecerían normas claras sobre las formas de consumo, tal como sucede con el alcohol o el tabaco, y se podría controlar los medios de producción, evitando así que las organizaciones criminales tengan el monopolio de la producción y distribución de la droga. (para más información consultar cocaregulada.com).

Efectos

  • El consumo de Cocaína tiene efectos estimulantes, causa euforia y aumento del estado de ánimo, aumenta la sensación de seguridad y disminuye la ansiedad. Después de esnifada, sus efectos empiezan a notarse tras unos pocos minutos y pueden durar entre media y una hora.
  • Genera desinhibición, puede aumentar la sensación de seguridad.
  • Disminuye la sensación de cansancio, suprime el sueño y el hambre.
  • Aumenta la percepción de las capacidades y habilidades físicas y mentales

Riesgos

  • Puede aumentar la sensación de intranquilidad, nerviosismo, ansiedad y posibles paranoias, siempre dependiendo de la persona ya que el primer efecto euforizante va seguido de un efecto rebote, que puede estar caracterizado por cansancio, apatía y angustia, así como una conducta impulsiva y agresiva.
  • Una persona bajo los efectos de la cocaína puede tener más palpitaciones, puede sentir más calor corporal y tener las pupilas dilatadas.
  • Puede generar insomnio, ansiedad, dolor abdominal, dolor muscular, náuseas, vómitos.
  • Reducción de la libido e irregularidades en la menstruación.
  • Aceleración del ritmo cardíaco y aumento de la presión arterial, lo que puede derivar en problemas cardiovasculares. 
  • Sus efectos dependerán, en general, de la cantidad y la vía de administración. Dosis elevadas pueden producir temblores, tics, movimientos convulsivos y alucinaciones.
  • Puede aumentar el riesgo de sufrir accidentes 
  • Es recomendable evitar compartir rulos, billetes u otros elementos para esnifar ya que puede causar infecciones.
  • Ser portador de cocaína, o si se reporta por las autoridades que la persona la está consumiendo conlleva una multa de hasta de 600 Euros, y si la cantidad es elevada se puede acusar a la persona de narco-tráfico.
  • Las consecuencias de consumirla durante el embarazo van desde una elevada mortalidad perinatal o aborto espontáneo, hasta alteraciones nerviosas en el recién nacido.
  • La muerte por consumo de cocaína se produce, principalmente, por hemorragia cerebral o fallo cardíaco.
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